Mi nombre es Chen Kui-lin. Soy un asesino. No es algo de lo que esté orgulloso, pero es lo que soy. O lo que era. Todo cambió cuando me enteré de que tenía cáncer de pulmón. El doctor me dio seis meses, tal vez menos. En ese momento, algo se rompió dentro de mí. No era miedo a la muerte; era la idea de morir sin dejar huella, sin ser recordado. Entonces descubrí que era solo el tercer fugitivo más buscado de Taiwán. El tercero. Ni el primero, ni el segundo. El tercero. Eso me dolió más que el diagnóstico.
Decidí que si iba a morir, lo haría como el número uno. Así que me propuse eliminar a los dos criminales que estaban por encima de mí en la lista: Hsu Wei-chiang, conocido como "Hongkie", y Lin Lu-ho, apodado "Bullhead". Ellos eran el cerdo y la serpiente de esta historia, y yo, supongo, era la paloma. Pero no soy un héroe. Soy solo un hombre tratando de encontrar algún tipo de redención, o quizás solo fama, antes de que el tiempo se me acabe.
El comienzo del fin
Todo empezó en un funeral. No era un funeral cualquiera; era el de un jefe de la mafia que yo mismo había matado. Me infiltré para terminar el trabajo, para asegurarme de que no quedaran cabos sueltos. Pero la policía me estaba esperando. Chen Hui, el detective que me perseguía, casi me atrapa esa noche. Escapé por poco, pero algo en mí cambió. Ya no era solo un asesino; era un hombre con una misión.
Cuando me enteré de que era el tercer fugitivo más buscado, algo se encendió en mi interior. No podía aceptar ser el tercero. Si iba a morir, quería que mi nombre fuera recordado, que la gente hablara de mí como el más peligroso, el más temido. Así que decidí eliminar a Hongkie y a Bullhead. No era solo por el título; era por algo más profundo. Quería demostrarme a mí mismo que todavía tenía control sobre mi vida, aunque la muerte me estuviera respirando en la nuca.
La caza del cerdo y la serpiente
Primero fui tras Hongkie, el cerdo. Era un traficante de drogas que operaba desde Hong Kong, un hombre cruel y despiadado. Lo encontré en un negocio que camuflaba operaciones ilícitas de Taipei, rodeado de sus matones. No fue fácil, pero lo maté. No sentí nada. Ni remordimiento, ni satisfacción. Solo vacío.
Luego vino Bullhead, la serpiente. Era muy bueno engañando a las personas. Lo encontré en una casa de espiritualidad y sanación, estafó a muchas personas, incluso yo caí en el engaño de Bullhead, y me mataron por ello, pero resurgí de la muerte y fui tras él y lo eliminé junto a todos los que eran sus fieles seguidores.
El peso de la culpa
Pero no todo era acción y violencia. En medio de todo esto, estaba Mei, la mujer que conocí y que llegué a amar. Ella era mi paloma, la única luz en mi vida oscura. Nos conocimos cuando traté de eliminar a Hongkie. Pero el crimen me alejó de ella. Me visitó cuando supo que iba a morir, era lo único bello que me quedaba por recordar.
Entré al negocio donde la tenía Hongkie. Peleamos y Hongkie intentó escapar pero al final lo atrapé y eliminé. Maté a todos los que se interpusieron en mi camino.
Mi legado
No soy un héroe. Nunca lo fui. Pero en mis últimos días, traté de ser algo más que un simple asesino. Quise dejar un legado, aunque fuera uno oscuro. Maté a los dos criminales más buscados y me convertí en el número uno, pero ¿de qué sirvió? Al final, solo quedé yo, recordando y anhelando regresar al pasado para volver a hacer bien las cosas antes de mi último respiro.
Tal vez, en algún lugar, alguien recordará mi nombre. Tal vez dirán que Chen Kui-lin fue el fugitivo más peligroso de Taiwán. Pero yo sé la verdad: fui un hombre roto, buscando redención en los lugares equivocados. Espero que Mei esté a salvo, que pueda vivir una vida mejor sin mí. Y quizás, en alguna otra vida podamos volver a reencontrarnos.